
En 1925, en una casa ubicada en el Solivín, vivía una pareja de chinos con su niño, y cierto día vino un aluvión que arrasó con las casas. El agua arrastró al padre, mientras madre e hijo se aferraban a un tronco, pero el niño se soltó en su afán de ir con su padre. La madre también se suelta del tronco para rescatar a su hijo, pero sin conseguir su objetivo. Mueren los tres. Por eso muchas personas ven, en noches de luna llena, como una mujer recorre, dando gritos, el Solivín.
me gusta la leyenda
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